"Juan vencejo" nació en la torre de La Giralda, en la catedral de Santa María de Sevilla, cuando apenas era un polluelo, su madre lo empujó al vacío para que volara y así descubrió que sabía volar y ya no paro hasta llegar a Madrid, pero encontró las calles vacías, en la Gran via solo dos carabineros caminando despacio, continuó y en
Lisboa, terreiro do pago,
( la plaza del comercio) también solitaria, dos palomas dormidas en la cabeza del monumento a D.José I de Portugal.
Las olas del Atlántico, llamaron su atención y hacia ellas voló, llegando de madrugada al Big Ben, la torre del reloj de Londres, igualmente solitaria cuando las agujas marcaban las seis A.M, muy temprano para el frío inglés, pensó que la gente había abandonado la tierra. Ya nadie construiría torres ni edificios, donde posarse, solo las altas montañas, únicas que dominarían bajo el cielo.
Donde están los hombres? Ignoraba que una pandemia los había guardado, los busco en Francia, Italia, alemania y Países Bajos, tampoco los vio en los canales de Amsterdam, en Praga el puente Carlos, sobre el río Vitava, siempre tan concurrido lucia solitario, entonces regresó a la Giralda, muy triste, el planeta empezaba a desaparecer, voló hasta la nube más alta para preguntar a Dios, que estaba pasando. Dios le respondió: pregunta a los hombres, ellos saben destruir la creación y cuando comienzan a tener resultados negativos, vienen a mi, lo mismo que tú a preguntar qué hacer.
Juan Vencejo, muy triste, volvió para investigar con los sabios, los encontró, reunidos, chinos, indios, koreamos, italianos, alemanes, suizos, españoles, americanos y un colombiano.
Todos estaban de acuerdo, había que aislarse en las casas? desocupar las calles, no tener contacto y estar alerta al menor indicio de contagio. Luego visitó los gobernantes de los países dominantes, unos querian salvar la humanidad , otros les preocupaba la industria y el comercio, alguno buscaba culpables y según el todos lo eran, menos el susodicho. Juan Vencejo entonces fue donde los hombres más ricos del mundo y estos estaban despreocupados, habían donado parte de sus riquezas para estudiar el problema y en el estudio se habían gastado todo el dinero, a Juan no le quedó otra opción que ir donde los viejos y los encontró tranquilos, sabían que los habían condenado a morir para salvar los jóvenes y Juan lloró y lloró mucho, pensando que sería lo que habría pasado con la humanidad. Quería un milagro, pero se necesitaban millones de milagros y el banco de los Milagros estaba cerrado por la pandemia. Los hombres y las mujeres tendrán que hacer su propio milagro, cuidándose Saludos jairoache.
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