Un bizcochuelo hecho por Maisabel, era "boccato di cardenale" que se derretía en la boca. De su mano aprendí a batir las claras de huevo hasta que no cayeran volteando el plato.
Entonces me propuse averiguar, la supuesta confusión, pero en ese tiempo no había internet y google estaba solamente en la mente de Larry Page y su amigo Sergey Brin, estudiantes de Stanford.
Había que esperar el siglo XXI, para dilucidar el intríngulis, lo tenía guardado por ahí en el baúl de la abuelita, pero se llego el día, aprovechando el confinamiento. Cuenta la historia que todo sucedió en la isla veneciana de Murano, allí se concentraron los vidrieros por orden del Dux (dogo) de la Republica de Venecia, para guardar celosamente el secreto de cómo se fabrican los cristales más finos del mundo desde el siglo VII. Tenían prohibido salir de la isla y revelar el secreto era causal de muerte, pero realmente no existía secreto, era una tradición milenaria heredada de los egipcios. Los vidrieros que trabajaban arena y oxidos metálicos a altísimas temperaturas para producir el vidrio, reclamaron un precio justo por su trabajo, cuyo producto era vendido en las tiendas a precios exorbitantes y como fuera negado, no siguieron trabajando, a la semana los patrones, entre ellos el magistrado supremo pretendieron demostrar lo fácil que era ese trabajo, pero fallaron estruendosamente, ante las burlas de los testigos.
Aunque parece fácil, no lo es, todos queremos ser sopladores de ilusiones y solo conseguimos tristezas, cuando creemos que es fácil. Lo fácil ya lo hice, lo difícil lo estoy haciendo y lo imposible me demora un poco. ( Pa'Cruz) Saludos jairoache.
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