miércoles, 13 de mayo de 2020

Murano

"Eso no es como soplar y hacer botellas", me respondió Ma'Isabel, cuando le conté que me iba a inscribir en la "ARC" Armada Nacional de Colombia , para llegar a almirante de los mares, como Colón.                 Quede muy extrañado, porque nunca había pensado que soplar una cánula que en la otra punta tiene una bomba de vidrio derretido a 1.400 grados centígrados, fuera fácil, la primera idea que me pasó por la mente fue que a la abuela alguien la había engañado haciéndole  creer que soplar y hacer botellas era fácil.                                        Pero me parecía más difícil engañarla a ella, que había criado y educado doce hijos, sabía responder en rima  repentista cualquier pregunta.                               La facilidad  para escribir alguna historia o relato en poesía y prosa a la velocidad del rayo, guardando el auténtico romance del idioma español era impresionante , conocía el nombre de toda la flora medicinal y para qué servía; Se sabía la ortografía en verso, las muñecas elaboradas desde un cono de hilo caminaban impulsadas por una pendiente.               La cajita de madera, que escondía los hilos finos de tubino no abría con llave sino con tres golpecitos. El raro sombrerito de papel crepé, no tenía costuras ni derecho ni revés. Todo lo creado por ella era mágico.
Un bizcochuelo hecho por Maisabel, era  "boccato di cardenale" que se derretía en la boca. De su mano aprendí a batir las claras de huevo hasta que no cayeran volteando el plato.
Entonces me propuse averiguar, la supuesta confusión, pero en ese tiempo no había internet y google estaba solamente en la mente de Larry Page y su amigo Sergey  Brin, estudiantes de Stanford.
Había que esperar el siglo XXI, para dilucidar el intríngulis, lo tenía guardado por ahí en el baúl de la abuelita, pero se llego el día, aprovechando el confinamiento.         Cuenta la historia que todo sucedió en la isla veneciana de Murano, allí se concentraron los vidrieros por orden del Dux (dogo) de la Republica  de  Venecia, para guardar celosamente el secreto de cómo se fabrican los cristales más finos del mundo desde el siglo VII. Tenían prohibido salir de la isla y revelar el secreto era causal de muerte, pero realmente no existía secreto, era una tradición milenaria heredada de los egipcios.                              Los vidrieros que trabajaban arena y oxidos metálicos a altísimas temperaturas para producir el vidrio, reclamaron un precio justo por su trabajo, cuyo producto era vendido en las tiendas a precios exorbitantes y como fuera negado, no siguieron trabajando, a la  semana los patrones, entre ellos  el magistrado supremo pretendieron demostrar lo fácil que era ese trabajo, pero fallaron estruendosamente, ante las burlas de los testigos.
Aunque parece fácil, no lo es, todos queremos ser sopladores de ilusiones y solo conseguimos tristezas, cuando creemos que es fácil.                              Lo fácil ya lo hice, lo difícil lo estoy haciendo y lo imposible me demora un poco. ( Pa'Cruz)                  Saludos jairoache.


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