Hoy frente a las medidas tomadas por las entidades del gobierno y la salud, las que desde luego apoyo, mi mundo se redujo a la ventana. En mi ventana más allá de los cristales hay un cedro enorme com amplios brazos, de hojas muy verdes que me sirve de cortina para filtrar los rayos del sol, hasta ella llegan los pajaritos a reclamar el desayuno con chillidos, como si me regañaran por no madrugar, esa visita la atiendo con un plátano maduro en una canasta que cuelgo de la rama más cercana, también llega la ardilla que se disputa un agujero del tronco con los loros que migraron del Amazonas y encontraron allí su casa, donde incuban los polluelos. Las hormigas y las orugas desaparecieron porque el pájaro petirrojo y saravia-do "picamaderos" que limpia los bichos de la corteza las corrió . Algunas veces el gavilán que tiene nido en una palma, también quiere participar del festín y arboriza chocando contra las ramas. Ya conozco los habitantes de mi calle, los más tempraneros son siempre las escobitas que barren el pavimento, luego los hombres que prestan vigilancia a decenas de vehículos que se estacionan junto al anden de mi lado, también los que venden en carretas "vitamina"de chontaduros con poderes afrodisiacos y nutritivos, el perrito que se escapa de madrugada a la vecina y la vecina que sale en pijama llamándolo a gritos "Simón- Simooon, te va a pisar un carro". Los curiosos que como yo nos asomamos a la ventana para ver la vecina, y saber que Simón siempre gana la carrera.
Un hombre con un camión comprando chatarra que se anuncia con una campana de riel prendida al espejo. Las torcazas que llegan en manada a buscar alimento en el prado del jardín y dos colibríes que bailan batiendo sus alas frente a los pistilos de las flores. Unas mariposas me sorprendieron posando como flores de un guayabo y después volaron, mientras la araña teje su tela entre el árbol y la ventana, como si me indicara la conexión con el mundo exterior, ese que no extraño ni me produce quimera o nostalgia. Pero analizándolo con tranquilidad, me gusta más el mundo desde mi ventana, por fin tuve tiempo de mirar las nubes en cúmulos, contar las ovejas que se dibujan en ellas bajo el cielo azul de este día de verano. Hoy el acostumbrado desfile de ambulancias en febril carrera, más enfermas que el enfermo grave, que tratan de socorrer, no ocurrió, porque no hubo, riñas ni accidentes, tampoco hubo homicidios y pareciera que los ladrones están en cuarentena; las tardes son calmas sin el ruido de motos, solo el trino de las aves acaricia el silencio, es lo más parecido a lo que llamamos PAZ.
Saludos jairoache.
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