Se daba sus privilegios, que siempre consideró un regalo divino, entre los que se destacaba: por las tardes, una visita a la heladería de Crepes & Wafles , por el delicioso” Fontana de Trevi” , que lleva un cono mas pequeño dentro de la copa relleno de crema Chantilly, coronado con una rica cereza, tres bolas de chocolate blanco y el vaso de agua helada prohibido para los gordos, porque dizque congela la grasa corporal y se establece como llanta de repuesto en la barriga baja.
Bueno eso siempre para mi fue discutible, porque desde los tiempos del” Pa Cruz” se afirmaba que Gordo y Colorado era signo de buena salud.
El capuccino grande con pandeyuca, de los lunes y jueves en la panadería del Molino, cuyo propietario Don Eduardo Molinari , es la segunda vez que se me atraviesa en la vida, la primera fue cuando me vendió barata su casa del parque del perro, cuyo precio pagué con un crédito a veinte años y completé con los arriendos, porque se quedo viviendo en ella por un año más, pagando un canon costoso.
Allí en el local de “la 14” hay que pelearse las mesas porque son insuficientes para tanta clientela y entonces la formula es dejar a alguien pastoriando la próxima que desocupen, porque la bebida caliente amenaza con regarse sobre la pobre humanidad del consumidor y no es lo mismo comer de pie , que cómodamente sentado observando lo que comen los demás , para repetir las medias nueves.
No puedo olvidar el cholado de los Niches, en la 39 con novena, cuyo colorante me denuncia el antojo. porque siempre me lo riego en la camisa, al tratar de subir el hielo raspado hasta donde va la fruta picada en el vaso, para que la mezcla, tenga ese sabor inconfundibles de los Jamundíes
Y que tal la ”lulada” con mini-empanaditas del “Obelisco” que ya cumplió cincuenta años sin cambiar de formula pero si de precio porque todavía están pagando el hotel cinco estrellas que hicieron a punta de luloempanadas. No estoy seguro pero diría que también adquirieron el anden del frente, al lado del rio Cali a donde cruzan los meseros bailando entre los carros y que además sirve de parqueadero con propina.
Los viernes era un buena noche para perder los veinte mil pesitos en el “Casino Crown” que dicen las malas lenguas, tiene configuradas las maquinas tragabilletes, para no devolver mas del treinta por ciento de los recaudado como premio, es curioso ver al campanero de algún grupo, chequeando que jugador es el que mas apuesta, para tomar esa maquinita en el momento que la abandone.
El kumis de Casimiro, tal vez era tuerto, no me consta, cuyo inicio fue en un portón de Santa Librada y ahora esta regado por toda la ciudad, en los centros comerciales, han dejado de vender el Superkumis, que endulzaban con miel de abejas y tenia fama de ser el mas efectivo afrodisiaco, hasta que apareció el “tumbacatres” que vende la negra Carolina, en la plaza de la alameda al lado de las rellenas, oreja sudada, cuajos de cerdo y trompa de compartidario.
En esas deliciosas actividades se va la semana, quedando disponible solo el Domingo para la misa en San Fernando Rey, que fue rey pero non-sancto y al lado esta el parque de las banderas, donde se venden las camisetas de los equipos de futbol que juegan ese día y se puede apostar ilegalmente rifas tratando de acertar el numero de goles que habrá esta tarde.
Todo esto es historia, como dicen los narradores del Futbol, porque ahora no se puede salir de casa ni para comprar el mercado y si te pillan te multan, y si te pilla el virus sin defensas, te llamabas tocayo. Hay que ahorrar la platica para los yernos. Saludos jairoache.
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