En las poblaciones que celebran la Semana Santa en vivo, el jueves tiene dos actividades especiales
que llamábamos " la comida grande y el prendimiento".
El jueves santo es día de ayuno y abstinencia, que consiste en evitar comer carne y tomar una sola comida durante el día, se trata de comer menos, pero en los pueblos paisas, la única comida de ese día es un banquete; y como no hubo desayuno, ni habrá cena, entonces todo eso se junta, para consumir como a las dos de la tarde y poder aguantar hasta bien entrada la noche. Ese día también se acostumbra y desde bien temprano el intercambio de platos con los vecinos y parientes, es como un refuerzo al voraz apetito. La comida grande que es un almuerzo, dura hasta pasadas las cuatro, hora en que hay que prepararse para participar en el prendimiento de Jesus, que según chisme del Iscariote, se encuentra meditando en el monte de los olivos; Los soldados romanos reciben el soplo, y en compañía de los judios, que somos todos los curiosos vamos a detenerlo para que sea juzgado por el Sanedrin, por los delitos que se le acusan y son muy graves: haber evitado que una mujer infiel, solo ella, fuera apedreada, escándalo en el mercado de ofrendas del Templo, al expulsar los cambistas de moneda y decir que es el hijo de Dios.
En mi pueblo, en 1.951, la persona elegida para hacer el papel de Jesus, fue Orlando, el portero del equipo de fútbol, hombre locuaz y muy simpático, que se suponía estaría por los lados del cementerio, a la salida del pueblo en la compañía de once de sus discípulos, los jugadores del equipo.
Siendo las seis de la tarde, Salazar, comandante de los soldados romanos dio la orden de partida y todos con teas, salimos en busca del acusado, pero llegados al cementerio, lo encontramos vació, casi solitario, preguntamos a la única persona, un tal Juan Simón, el sepulturero y no dio razón.
Apesadumbrados por el fallido intento, y ya de regreso al pueblo, escuchamos en una cantina del barrio, la música de una canción que decía" las rejas no matan" que era la favorita del sujeto. Lo prendimos, le ataron
las manos para que no bebiera más y lo dejaron amarrado a un poste de la casa cural, sentado en un reclinatorio, donde todo el mundo lo viera.
Durante la noche los guardias debían vigilarlo, haciendo rondas al rededor de la plaza, entonando una marcha destemplada con las cornetas de la banda de guerra del colegio, pero la gente del pueblo y los turistas los embriagaron y lo liberaron.
Esa noche nos quedamos sin el paso que presenta a Jesus prendido en vivo, el que nos daba la oportunidad de dialogar con El, y tuvo que ser reemplazado por una imagen de yeso de Jesus Caído, la que fue imposible atar al poste, se dejó en el sitio sobre una estera, haciéndole un techito de palma por si llovía. Al padre Ramirez le tocó buscar a otro "Jesus" menos etílico y que pareciera más trasnochado, para terminar con éxito la semana mayor.
Saludos jairoache.
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