domingo, 11 de agosto de 2019

El Arado

El hombre comenzó a arar la tierra para cultivarla, cuando las frutas y semillas del bosque y las praderas no fueron suficientes para alimentarlo. La pesca y la caza, también se agotaban y los obligaba a formar grupos nómadas recolectores, cada vez en círculos más amplios.               Las mujeres fueron las primeras en observar que las semillas  que caían al suelo, producían con el tiempo nuevas plantas y optaron por cavar  pequeños huecos para enterrarlas, evitando que los animales se las comieran. Era un trabajo arduo y de poco rendimiento, hasta que en Mesopotamia, aprovechando las inundaciones de los ríos Tigris y Eufrates, que dejaban la tierra blanda trazaron rayas lo más profundas posibles e iniciaron el cultivo en serie.
Luego se utilizaron animales para la tracción de una palanca de madera con punta, que hacía la línea más profunda y la producción, suficiente para alimentar animales de corral, con el consiguiente aumento de la población.                                            Luego las lluvias desaparecieron en tiempo de verano y entonces recurrieron al riego, con canales desde los ríos.                                        Los chinos produjeron arroz, los Europeos trigo, los norteamericanos maíz  y en las frías cumbres andinas, la papa, calabaza y el grano: quinua, chia . El trueque entre las diferentes poblaciones, diversificó la producción agrícola. Está es la razón de nuestra dieta alimenticia, la que nos ha mantenido por generaciones.

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